Creencias del más allá

Los Romanos no colocaban las tumbas de sus muertos en un lugar tranquilo y solitario, sino a los lados de los caminos, justo a la salida de la ciudad. Las tumbas de aquella mítica ciudad de Pompeya pueden todavía verse a lo largo del camino en el Vaticano.
Algunas eran grandes e impresionantes y parecían casas pequeñas; Otras eran mucho más simples y sencillas, era costumbre decorarlas con guirnaldas de flores y poner ante ellas ofrendas de comida y vino.
Al enterrar a sus muertos junto a transitadas vías y no en un tranquilo cementerio, los romanos no mostraban ninguna falta de respeto, al contrario, creían que si no se enterraba bien a los muertos y no se les cuidaba las tumbas, sus espíritus podían perseguir a los vivos y hacerles daño. Así que era importante proveer al difunto de una tumba o sepultura en la que su alma pudiera tener una casa, pero también se creía que querría estar cerca de los que seguían viviendo.

En la inscripción de una tumba puede leerse: "Veo y contemplo a todo el que entra y sale de la ciudad", y en otra: "Lolio ha sido puesto al lado del camino para que todos los que pasen puedan saludarlo".
Una cierta parte de los restos de la Necrópolis.

Se creía que el muerto continuaba de alguna manera las actividades de su vida y por tanto había que proporcionarle las cosas que pudiera necesitar. Un cazador querría su lanza, un campesino sus herramientas de trabajo, una mujer su uso para hilar la lana. Si el cuerpo de una persona fallecida era enterrado, sus posesiones se enterraban con él, si era quemado, se quemaban con él.
Un escritor Griego llamado Luciano cuenta lo que le ocurrió a un esposo que había quemado todas las joyas y vestidos de su esposa a los pies de su tumba para que ella pudiera tenerlas en el otro mundo. Una semana después estaba tratando de consolarse leyendo un libro sobre la otra vida, cuando apareció el fantasma de su esposa, quien empezó a reprocharle el no haber quemado una de sus sandalias doradas que, dijo, estaba debajo de un arca. El perro de la casa ladró entonces y el fantasma desapareció. El esposo miró debajo del arca, encontró la sandalia y la quemó.
También se pensaba que los espíritus de los muertos sentían hambre y sed, y por lo tanto, había que darles comida y bebida. Así pues, se colocaban regularmente en la tumba ofrendas de judías, lentejas, harina, huevos y vino. A veces se hacían hoyos en la tumba para echar vino dentro. Se ofrecía vino como apropiado sustituto de la sangre, la bebida favorita de los muertos. Sin embargo, en los funerales y en ocasiones especiales se sacrificaban animales y se ofrendaba su sangre.No obstante, se pensaba que, a pesar de todas estas preocupaciones por los difuntos, estos no llevaban una existencia muy feliz.

Para ayudarles a sobrellevar esta infelicidad sus tumbas eran decoradas a menudo con flores y rodeadas por pequeños jardines, costumbre que ha perdurado hasta hoy, aunque su significado original ha cambiado. Con esta misma finalidad, la familia y los amigos del muerto celebraban un banquete después del entierro y en el aniversario de su muerte. A veces estos banquetes se celebraban en un comedor contíguo a la própia tumba, otras veces en casa.


Se creía que las almas de los muertos asistían a estas celebraciones y que disfrutaban con ellas.
Había gente que creía en un mundo de ultratumba en el que los malos eran castigados por sus faltas y en el que los buenos vivían siempre felices.


Se contaban histórias sobre los castígos de famosos malhechores, tales como Titio, a quien unos cuervos picoteaban el hígado, y las hijas de Dánao, que estaban condenadas a llenar de agua unos cántaros que tenían agujeros en su base.
En el siglo I D.C. mucha gente no tomaba en serio estas historias, incluso había quien no creía en ninguna forma de vida después de la muerte. Eran los seguidores de unFilósofo griego llamado Epicuro, quien enseñaba que, cuando un hombre moría, el soplo que le daba vida se disolvía en el aire y se perdía para siempre. Por tanto, "los hombres no tenían que temer al otro mundo y podían dedicar todas sus energías a disfrutar lo más posible de este".

Foto: Busto de Epicuro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Saludos king:
estas prácticas vienes dándose mucho antes de El Imperio Romano,como en el Antiguo Egipto o en los Íberos...de todas formas lo has documentado bien ;) asi que solo felicitarte.
Actualmente en Japón se puede comprar cualquier tipo de cosa como un televisor,un coche,una máquina de coser o libros y abanicos,todos reproducciones exactas del original en papel,para ser quemado en hornacinas que junto a una oración va destinado al otro mundo para el difunto al que quieres mandar tu presente.Curiosas las antiguas creencias que siguen vigentes y las supersticiones,no crees?