Barton's End (Un hecho real que hará que veas tu casa con otros ojos)

Nunca estamos solos
Innumerables seres comparten nuestro hogar...

En Inglaterra, el hijo de John Barton añoraba, como tantos seres humanos, una vida tranquila y por ello su padre taló en Kent unas hectáreas de bosque y construyó para él una granja solitaria. En 1555 el joven se instaló en ella con su familia y sus servidores.
Sin embargo, Los Barton no fueron los primeros ocupantes...La carcoma y otros Xilófagos proliferaban ya allí comiéndose las vigas y la carpintería. Multitud de pájaros, murciélagos, gusanos e insectos se habían apresurado a instalarse.
Tres años después de construida, la vivienda alojaba a 1.092 huéspedes, de los cuales sólo 7 pertenecían al género humano.
El Zoólogo George Ordish escribió la historia de los intrusos de Barton's End, como fue bautizada la mansión. Revisó gran cantidad de documentos referentes a la casa que han llegado hasta nosotros: sus cambios estructurales y las diversas vidas de sus habitantes humanos. Por ellos y por sus conocimientos de zoología, pudo deducir los principales animales que allí habitaron en diversas épocas y su cantidad.

Con la primera oleada de invasores llegaron los murciélagos, el Nóctulo y el Pipistrelo, que se instalaron en el desván, devoraron algunos de los Xilófagos, pero a cambio aportaron sus propios parásitos y así se mantuvo la población animal. Los gorriones hicieron sus nidos debajo del alero y los "aviones" los suyos en las paredes. Entre los roedores estaban únicamente los ratones, que se habían mudado del campo a la casa, pero también ratas y lirones penetraban de vez en cuando en busca de comida.
En 1630 se excavó en el interior de la vivienda una bodega que se cerró con una trampilla mal ajustada. Aquello se convirtió en cómodo acceso para los sapos, así como para más insectos y arañas. No obstante, los sapos se comían a las arañas, por lo que no aumentaba el número de estas. En 1660 la sustitución del techo de paja por el de tejas redujo en la morada el volumen de vidas. Aún así se multiplicaba el número de lombrices, cochinillas de la humedad, caracoles, etc. Y el censo de los habitantes se llegó a cifrar en más de tres millares.
Las larvas de las polillas devoraron las pieles y la ropa de lana de la familia, las alfombras y la tapicería, los pájaros disecados guardados en urnas de cristal, los arneses de cuero, las encuadernaciones de los libros e incluso los corchos de las botellas de licor. Buena parte del botín se lo repartieron la polilla de las alfombras, la del cuero, el escarabajo de las bodegas, las tijeretas y la hormiga faraón. Cuando los libros de la biblioteca se humedecieron levemente, llegaron los gusanos roedores, los piojos de las bibliotecas y lepismas, para dar cuenta de ellos, además del papel de las paredes.
La vida,naturalmente, pululaba en la cocina: cucarachas, "peces de plata" (Lepismas)y sus afines, las termobias domésticas. La despensa alojaba y alimentaba a gorgojos del grano, gusanos harineros, escarabajos negros y moscas de vapor; las anguílulas bullían en el vinagre y el moho daba sabor al queso de Stilton.

El lepisma o "pez de plata" es uno de los habituales inquilinos de nuestros hogares

Hacia el año 1860, la población de Barton's End había alcanzado su punto culminante: 119 especies sin contar con la raza humana. Tal proliferación de vida indicaba que las habitaciones se mantenían caldeadas durante mayores periodos de tiempo.La población total, que se elevó a 3.287, incluía la mosca doméstica, el mosquito, la hormiga negra, la moscarda azul, las mariquitas y varias clases de avispas; Y este total se refería solamente a las criaturas visibles, pues olvidaba a millares de seres de menor significación que existen en las viviendas.

La variada historia natural de Barton's End es común en las casas de campo. Actualmente, la calefacción central, las aspiradoras y los desinfectantes frenan todo brote incontrolado de la naturaleza. Según el último censo, Barton's End alojaba solamente 452 vidas, población corriente en una casa moderna actual bien aseada.